Acabo de llegar a esta metrópolis de América, el vértigo es latente y todo lo que veo de alguna forma me sorprende. Vivir o habitar en ciudades pequeñas o pueblos, hace que te sientas un poco más relevante a lo que ocurre en el entorno de la ciudad, te cruzas con las mismas caras todos los días, vas al mismo café, todo es tan cercano que te sientes parte del flujo de engranajes que aportan la potencia mecánica a la pequeña ciudad, simplemente habitando el lugar. 
Caminaba por la Ciudad de México un día de marzo del 2021. Ya casi un año de que no visitaba una ciudad grande, ya casi un año que la pandemia del coronavirus azota nuestro planeta y casi un año absorbiendo muy poca de esa vibración y energía que solo la música en vivo te puede dar.
Vi a una pareja instalando un parlante portátil, por lo que entendí que iban a hacer algún tipo de performance, y me quede a esperar para ver que iban a hacer. Por la contextura de cada uno ya podía imaginar más o menos por donde iba a ir el show. Y sí, eran cantantes líricos, un tenor y una soprano, que comenzaron a cantar las piezas más populares del viejo repertorio de ópera y canciones de épocas como el clasicismo o romanticismo que muchos conocemos por osmosis auditiva, o porque nos obligaron a escucharlas en conservatorios de música.
Más que la foto, recuerdo el momento en que la tome, y la emoción que de alguna forma me inundo. Este tipo de música desde su origen siempre se ha vinculado con  círculos de poder, tanto político, económico o religioso. Los reyes, los sacerdotes, encargaban a sus compositores a que crearan obras para momentos eclesiásticos, momentos de distracción, fiestas, etc. 
A lo largo de la historia las clases más bajas también han desarrollado sus músicas, y su lineamiento, sus espacios de interpretación, su instrumentación, su lírica, se ha desarrollado por otros caminos, que hoy en día llegan a ser más "populares" que este lenguaje docto tan disfrutado por las clases acomodadas a lo largo de la historia. 
Pero a pesar de todo este respaldo histórico, la música no deja de ser un lenguaje universal, un lenguaje que a través de la vibración penetra literalmente en nuestro cuerpo y lo hace vibrar y emocionar, lo estimula a tal punto que podemos incluso llegar al famoso "pelos en punta".  (Que me paso muchas veces escuchando a este duo) En resumen un lenguaje que no filtra clases sociales, ni nivel de educación, que puede llegar al corazón de cualquier ser humano sin mirar la ropa que lleva puesta. 
Al igual que esa señora vendedora de semillas, o el joven indigente, y a pesar de que durante siglos esta música solo se presentaba en lujosos teatros, a precios poco accesibles. (sigue ocurriendo) los tiempos actuales y la necesidad de los intérpretes musicales, de alguna forma han sacado estas músicas de los teatros y la han llevado a la calle, a teatros pequeños, a colegios, a conciertos abiertos, etc. Y gracias a esto llegar a todo tipo de públicos, que tarde o temprano se verán afectados por esta bella vibración que por más que no queramos recibirla, llegara igual. 
Todos somos sensibles a este flujo energético, y aprender a disfrutar de esos pequeños momentos solo está en nosotros, y en cuan adaptativo dejamos que sea nuestro cerebro ante este flujo.
No es elite, es sentir. 

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