
Medio dormido escuché mi nombre a través de los parlantes del aeropuerto casi vacío de Medellín, abro los ojos y sin saber que hora era me levanto, tomo mi mochila y camino hacia el pasillo, en donde me encuentro con dos azafatas que apuradas, pero no tanto, me dicen que debía ir a embarcarme a mi vuelo hacia Caracas (Sabían que ese ser con la cara destrozada por un par de horas de sueño, era el tal Jorge Soto Farias, que tanto llamaban por parlantes). No logre hacer que mi cerebro despierte y corrí sin pensar por delante de esas dos mujeres claramente Venezolanas, que me seguían a paso rápido. Hasta que llegué al final del pasillo donde había otro grupo de empleados de la aerolínea esperándome con cara amable (Es verdad). Nunca vi la hora, nunca supe si realmente mi accidente con la almohada (Mochila) había atrasado la salida del vuelo, o si por alguna razón el vuelo se había adelantado. Nunca lo supe y nunca lo sabré.
Cito este recuerdo para reflexionar un poco sobre el hecho del viajar solo. Cada uno tiene sus experiencias e invito a todos a reflexionar sobre ellas después de leer esta entrada de blog. Seré breve, ya que es un tema que puede extenderse muchísimo, pero como siempre, más que profundizar en temas específicos, me gusta invitar a la reflexión de cada uno dentro de sus propias vivencias a través de las mías.
Hoy leo un libro titulado "Teoría del viaje: Poética de la geografía". En él se sugiere que el viaje perfecto no es solo, tampoco de muchos. El viaje perfecto según Michel Onfray es en pareja, en especial de amigos.
"En el detalle del viaje, la amistad permite el descubrimiento de uno mismo y del otro. Se vive ante sus ojos, cotidianamente, con estados de espíritu diferentes, múltiples y contradictorios. Pues la fatiga contribuye a la exacerbación de las auténticas naturalezas. Andar, caminar, ir y venir, comer poco, mal, beber demasiado o no lo suficiente, levantarse pronto, acostarse tarde para aprovechar profusamente del lugar y de las circunstancias, todas esas ocasiones dejan al cuerpo trastornado. Más frágil, pero también más sensible, lastimado, con la emoción a flor de piel, afinado como un instrumento extremadamente eficaz, el cuerpo se convierte en un sismógrafo hipersensible y, por lo tanto, susceptible al exceso. En esa lógica, donde lo infinitesimal cuenta mucho, la amistad se manifiesta en todo su esplendor"
Onfray, Michel. Teoría del viaje (Spanish Edition) (p. 29). Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle.
Según Onfray el complemento que logras en un viaje con una sola amistad llega a tal punto que logras vivenciar y equilibrar todas las necesidades que puede necesitar esta aventura, tanto terrenales como espirituales.
Podemos estar de acuerdo o no, tal vez yo si lo estoy, pero en esta entrada vengo a hablar del viajar solo, y lo complejo, rico, triste, que puede llegar a ser.
Recuerdos tengo varios y si puedo decir con autoridad que es muy positivo viajar solo. Aparecen cosas de uno, que no hay forma que aparezcan si no es enfrentando esta soledad extranjera que de repente se para enfrente de ti y te obliga a tomar decisiones, a abrir tus miedos, a romper tus barreras raciales, sociales, políticas, etc. Un nuevo tú, se va adaptando y creando inconscientemente hasta el punto de llegar a mimetizarte en tu nuevo entorno de forma armónica.
Existen cosas que se pueden interpretar como malas, o puedes obligar a tu cerebro a interpretarlas como procesos de crecimiento personal, experiencias que te ayudaran a ser mejor persona o rendirte al sufrimiento y soledad del desapego explícito que implica el estar en movimientos constantes de manera solitaria. No hay mucho tiempo de crear lazos fuertes con las personas que vas conociendo, y si llega a ocurrir, ya pronto te tendrás que ir. No quiero extenderme en este tema, pero como dije antes, invito a la reflexión, al recuerdo y al ser consiente de nuestros procesos al viajar solos.